ALGUNOS MITOS SOBRE ALIMENTACIÓN
“No hay alimentos buenos o malos. Hay buenas o malas dietas” (Buss y col, 1985)
Ayer me tomé una tortilla, así que no toca huevo hasta dentro de dos días, que sino el colesterol...
El tan controvertido aumento del colesterol por el consumo de huevo no tiene fundamento científico. Es más, en las últimas revisiones se ha visto que el consumo de colesterol dietético (a través de la dieta) no se relaciona con el colesterol sanguíneo; las pequeñas fluctuaciones que pudieran existir son a nivel del HDL (el llamado colesterol bueno, cardioprotector).
Pareciera que el huevo sólo tuviera colesterol y, sin embargo, el aporte nutricional es muy completo. ¿Y que contiene? Vitaminas: A, D, ácido fólico, biotina entre otras; minerales como hierro, fósforo; ácidos grasos, entre ellos los W-3 (EPA Y DHA), con beneficios para la salud demostrados. Por tanto, no existe evidencia para limitar su consumo. Eso sí, la forma de cocinarlo también es importante: mejor opción a la plancha, cocido, pasado por agua, revuelto, que frito. Recuerda que los fritos y rebozados sí que se atribuyen a un aumento del LDL en sangre (colesterol malo) y el consecuente incremento del riesgo cardiovascular y desarrollo de enfermedades coronarias.
Tengo gastroenteritis: me tomaré un Aquarius.
Pues no estás reponiendo lo que tu cuerpo necesita. Cuando estás en un proceso diarreico las principales pérdidas son de agua y potasio, mientras que la composición de estas bebidas está constituida principalmente por sodio y un alto contenido en azúcares. Para compensar esa concentración de azúcares en el intestino se produce un fenómeno conocido como diarrea osmótica, que supone una mayor pérdida de agua, lo cual agrava la situación. Tampoco son interesantes las presentaciones sin azúcar, puesto que no reponen los electrolitos que necesitamos, favoreciendo también la deshidratación que pretendemos evitar.
¿Te vas a tomar un plátano, con lo que engorda?
El plátano, como tantas otras frutas, es rico en fibra, además de otros micronutrientes como potasio, magnesio, vitamina B6, carotenoides, flavonoides, y eso lo convierte en un alimento interesante, nutricionalmente hablando. Ahora bien, cierto es que si el plátano está muy maduro su contenido en azúcares será mayor, pero un plátano maduro en un contexto determinado puede y es saludable. La pérdida de peso no se mide por el consumo de alimentos aislados o en un estado madurativo concreto, sino por un déficit energético en un balance entre la dieta y el ejercicio físico. Resulta interesante el consumo de plátano inmaduro (tirando hacia tonos más verdes) por su contenido en almidón resistente, muy interesante para nuestra microbiota.
¿Qué es el almidón resistente? Se trata de un tipo de almidón que no se digiere completamente en nuestro organismo, se comporta como una fibra que actúa como un prebiótico (alimento de probióticos, constituyentes de nuestra microbiota intestinal). Existen otras fuentes de almidón resistente de las que hablaremos en próximas publicaciones. Si estás buscando una pérdida de peso y te apetece un plátano, tómatelo. Precisamente ese contenido en azúcares te quitará el antojo por el dulce y habrás hecho una elección saludable, ¿o es que crees que un bollo, por muy light que sea, es mejor opción?
Con leche desnatada por favor:
La vitamina D es liposoluble, ¿qué quiere decir esto? Pues que necesita un medio graso para su absorción, es decir, que un vaso de leche desnatada por muy enriquecido que esté con vitamina D, ésta no la vamos a absorber. A su vez, el calcio, que tanto se le atribuye a los lácteos (pese a estar presente también en otros alimentos como almendras, verduras de hoja verde, legumbres) necesita de dicha vitamina D para su mejor absorción. Así que, si te gusta y te sienta bien, la leche es un alimento muy interesante por su densidad nutricional: proteínas de alta calidad biológica, hidratos de carbono, entre ellos la lactosa y un aporte de grasa que ayuda a la absorción de los nutrientes ya comentados y a la saciedad (concepto interesante si buscamos una pérdida de peso). Así que la leche y los lácteos con “algo de chicha” por favor.
“Tan importante es lo que se come como lo que se deja de comer” (Willet, 1999)